La debilidad estructural de los países latinoamericanos, la desestabilización política y la corrupción han puesto en evidencia el aumento de la pobreza extrema y la vulneración de los derechos fundamentales de las personas. El desplazamiento humano se ha convertido entonces en la única posibilidad para que las familias afectadas puedan encontrar en otras tierras esas nuevas oportunidades que les permita sobrevivir, arriesgando sus propias vidas y las de sus familias. Sin embargo, las dinámicas de los flujos migratorios son realidades complejas debido a que la integración de los migrantes a la vida urbana no está exenta de los conflictos sociales locales. Los retos son enfrentarse a la falta de oportunidades en los países receptores como Colombia - y lo qué es más grave- en una condición de irregularidad que les obstaculiza el acceso a muchos servicios básicos y los obliga a sufrir de desnutrición, a vivir en situación de calle o en hacinamiento, a la explotación laboral o sexual y a la xenofobia.
Estos factores intensificados por la crisis de la pandemia del COVID 19 han generado la necesidad de respuestas que requieren de una reflexión sobre las profundas diferencias que existen entre los migrantes y la sociedad de los países receptores, pues, si por un lado, esta emergencia sanitaria tuvo un fuerte impacto en las economías locales, por otro lado, en la población refugiada de venezolanos se presentó este impacto en un nivel aún más crítico limitándolos a vivir en condiciones realmente precarias. Ante la falta de una atención seria por parte de los gobiernos de los países receptores para la protección del derecho a la vida de estas comunidades, se presentó la necesidad de generar acciones de emergencia a cargo de las organizaciones de ayuda humanitaria para brindar refugio y luchar por la estabilización de la población migrante y/o de la población local de acogida en riesgo.
Este contenido que estamos presentando tiene como objetivo visibilizar la realidad actual de muchas madres venezolanas que hoy viven y resisten una dura situación causada por la crisis migratoria agravada por la pandemia, así como también compartir la importante labor que presta el International Rescue Committee (IRC) para mitigar estas problemáticas en su compromiso por salvar vidas.
Este cortometraje documental relata la historia de Dailyn Salazar, una mujer que a levantando la cabeza para trazarse un largo viaje hacia sus sueños, un nuevo camino que le permita dejar atrás de la frontera la dolorosa crisis que vivía su familia en Venezuela. El testimonio de esta madre joven cabeza de hogar nos relata su digna lucha para reencontrarse con la vida, superando los retos y dificultades por los que ha tenido que pasar para sobrevivir en condición de migrante, y en medio de la pandemia.
Dailyn, Rommer y sus dos niñas (Rosmerlyn y Duberlyng) son una de las muchas familias que lo han tenido que dejar todo en Venezuela. Esta madre y antigua estudiante de derecho relata que junto a su esposo formaron un pensamiento crítico sobre las políticas de su gobierno. Cuando avanzaba la crisis humanitaria, decidieron participar activamente en las manifestaciones estudiantiles sin imaginar que en medio de estas protestas Rommer fuera alcanzado por una bala en su pierna, la cual le provoca una incapacidad para caminar. Después de este suceso y al no contar con las garantías en sus derechos a la salud y alimentación, esta familia emprende un viaje hacia Colombia para buscar un futuro mejor en donde sus hijas puedan salir adelante y su esposo tenga un acceso a la atención médica que necesita para recuperarse y caminar nuevamente sin problemas.
Al cruzar la frontera esta familia es víctima de un robo en el cual les arrebatan sus pocas pertenecías y, sin ninguna red de apoyo que les brindara alguna asistencia por lo sucedido, fueron forzados a dormir en la calle durante tres largos meses presenciando escenas de consumo de drogas, violencia y prostitución. Durante este tiempo Dailyn entra en una crisis emocional que le trae pensamientos de suicidio por ver a sus hijas viviendo en este ambiente tan complejo, sin embargo, un día una extraña mujer se les acerca a su cambuche para hablarles sobre el refugio y los servicios que ofrece el IRC para levantar a las familias en situación de vulnerabilidad como la de Daylin.
Siguiendo el consejo de la mujer, Daylin se acerca al CAM Margaritas (Centro de Atención a Migrantes) y conoce a Bladimir Romero, un agente del Programa de Protección de Menores del IRC que se encarga desde ese momento de motivarla a creer nuevamente en la vida. Él les brinda un refugio y beneficios adicionales para retomar el control y la estabilidad económica de su familia que arranca con nuevas oportunidades de vida gracias a esta asistencia humanitaria. Sin embargo, con la llegada de la pandemia y el confinamiento obligatorio, esta luz de esperanza es apagada y deja nuevamente a esta familia en una fuerte crisis por la falta del sustento, llevándolos hasta el límite de mendigar en las calles y a buscar sobrados de comida en las basuras.
A pesar de esta difícil situación y de tropezarse con la pandemia en condición de migrantes, Daylin se enfrentó a este reto fortalecida gracias al apoyo del IRC, quienes fueron esa ficha clave para su protección y la de su familia en estas duras adversidades. Les brindaron no solo una ayuda material, sino aún más valioso para ella, una atención a la salud con tratamiento psicológico que le ayudó superar todos sus traumas que ha vivido ella y sus hijas en este largo viaje que aún no termina.
Actualmente, ella cuenta con un pensamiento más optimista y le agradece al IRC porque ha estado ahí para escucharla, guiarla y empoderarla en su lucha por salir adelante. Se ha mantenido resistente y con la resiliencia suficiente para conservar viva la esperanza de cumplir esos sueños de ver a su familia mejor.
Ya que poco a poco las restricciones de confinamiento de la pandemia son más flexibles, con orgullo ella se dedica a vender café y a reciclar para ganarse la vida, esperando su Permiso de Permanencia Temporal en Colombia (PPT) que le permita conseguir un empleo más estable y le ayude a tratar la incapacidad de su esposo, pero lo más importante para ella, darles a sus hijas una buena educación y una mejor calidad de vida.
IRC Protección de la infancia - gestión de caso de Dailyn Salazar:
Entre octubre de 2020 y febrero de 2021 Dailyn y sus hijas recibieron asistencia personalizada del programa de Protección Infantil. El objetivo era ayudar a las dos niñas de Dailyn a superar los traumas que habían experimentado mientras vivían en las calles de Villa del Rosario. Cuando la familia fue testigo de un asesinato, Dailyn acudió al IRC y pidió ayuda. Las 12 sesiones (de entre 1 y 3 horas cada una) con Deilyn y las niñas hicieron hincapié en identificar el impacto psicológico que la falta de hogar y la violencia tenían en las niñas, dar a Dailyn pautas para el cuidado de las niñas y en ayudarla a lidiar con materiales educativos complementarios mientras las niñas seguían sin escuela.
Una parte importante de las sesiones era identificar otras necesidades que pudiera tener la familia y encontrar soluciones como parte de una atención holística. El gestor de casos remitió a Dailyn a los servicios sanitarios del IRC de salud del IRC para una revisión médica de las niñas y remitió a la familia a otras organizaciones para responder a la vivienda, la nutrición y la asistencia jurídica. Las derivaciones externas fueron las siguientes:
- Envío inmediato de la familia a Acción contra el Hambre para alojamiento temporal y alimentación (durante un mes) para sacar a la familia de la calle.
- Envío de la familia a otra organización para obtener ayuda legal para poder acceder al estatus de protección temporal.
- Remitir a la familia al NRC (Consejo Noruego para los Refugiados) para matricular a las niñas en una escuela.
- Remitir a la familia al Consejo Jesuita para los Refugiados para obtener un bono de vivienda de tres meses. Durante ese tiempo, pudieron ahorrar algo de dinero y comprar los termos para vender café en la calle.
- Remitir a la familia a Plan International para un vale de ayuda alimentaria de 100 USD.
El IRC brinda herramientas en varios campos para mejorar las condiciones de vida de la población migrante afectada por la pandemia, y se convierte en el aliado estratégico de esas madres que siguen resistiendo en este largo viaje hacia el cumplimiento sus sueños.
PRODUCCIÓN Fundación Aica Colectivo DIRECCIÓN Y CÁMARA Mateo Leguizamón INVESTIGACIÓN Y FOTO Alejandra Muñoz Ruiz SONIDO DIRECTO: Andres Rangel POST DE SONIDO: Sonia Poveda COORDINADORA DE PROYECTO Bianca Bauer
PROYECTO IRC International Rescue Committee
COLOMBIA 2021